Contundencia, quizás este sea uno de los adjetivos más deseados y necesarios para el mundo empresarial. La capacidad de ser contundente es multidimensional y sinérgica, de allí su complejidad porque hacer algo bien es relativamente fácil, pero hacer múltiples cosas bien (las conscientes y las inconscientes) de manera articulada y armoniosa es un verdadero reto.
En mi opinión, la contundencia es ese resultado que buscamos todos cuando lanzamos un producto, una campaña o simplemente cuando queremos sentar una posición en un plano personal; se obtiene a través de lograr que el caos de lo complejo se alinee en un único foco, un objetivo; un golpe de energía asestado en el corazón de un contexto que nunca volverá a ser el mismo, y que ahora gira en torno a nuestro entramado de pequeñas acciones que juntas fueron contundentes.
No encuentro otra manera de expresar porqué la tecnología y las comunicaciones tienen que estar juntos. Un producto potente que no se comunica está destinado al fracaso y vivir escondido en un servidor, una comunicación persuasiva que carece de valor será simplemente una campaña anecdótica que no muchos recordarán. La forma y el fondo, como se dice coloquialmente, hoy ninguno es más potente que el otro, pero 1+1 no es igual a 2 cuando la forma engrandece al fondo y cuando el fondo da relevancia y vida a la forma.
Si en algo hemos fallado, es en menospreciar la potencia de la contundencia, aunque parezca obvio su poder. En distintos ambientes y niveles, todos alguna vez hemos pensado que nuestro producto es tan bueno que con poco esfuerzo de comunicación será viral, o que nuestra campaña es tan buena que lograremos vender lo suficiente para luego buscar el arreglo. Quizás haya alguna excepción, pero la contundencia, el product-market fit y la escalabilidad, aunque pudiera parecerlo a simple vista, nunca es producto de la casualidad o del imbalance entre la forma y el fondo.
Vigilar la granularidad, la consistencia y la armonía son las tareas claves para un desenlace contundente. Idear, diseñar, desarrollar y lanzar productos tiene más granularidad que filosofía, más caos que precisión y más instinto que planeación.
El éxito no es coincidencia, el éxito es contundencia y la contundencia está en los detalles.